En la crónica negra de nuestras noticias diarias podemos encontrar crueles asesinatos y homicidios que perturban la vida a todas aquellas familias que los sufren. Hoy, debido seguramente a la Ley de Protección de Datos, de la mayoría de esas noticias sólo conocemos las siglas del nombre de las víctimas o el nombre de pila, aunque si el caso trasciende en morbosidad y juego periodístico, la identidad de la víctima y todo su entorno salen a flote. En la prensa antigua por lo general se conocían las identidades de víctimas y victimarios, no sólo en homicidios, también en noticias de poca enjundia como una simple pelea tabernaria. Eran otros tiempos.
Una de las tipologías de crímenes que tristemente abundan en nuestras cabeceras periodísticas son los crímenes machistas, violencia de genero llamada hoy día, crímenes pasionales llamados antaño: el asesinato de una mujer por su pareja o ex pareja. Ya en 2015 hablé en una entrega anterior de esta sección de un caso de este tipo ocurrido en Santander. Y tras el lamentable caso de asesinato de una mujer por parte de su pareja el pasado fin de semana aquí en Granada, traigo otro caso ocurrido en esta misma ciudad hace varias décadas. Este tipo de crímenes, como nos recuerda constantemente la prensa diaria, vienen contabilizándose desde 2003, dejando fuera de las estadísticas a los ocurridos antes de esa fecha.
Debido a mi investigación genealógica supe a través de prensa antigua de un antiguo caso, y para no olvidar a la víctima, la traigo a esta sección. Aurora Lara Carrillo, de 20 años, natural de La Zubia y profesión criada, muere asesinada por su novio Francisco. El suceso ocurrió el 1 de marzo de 1931 en la calle del Santísimo (zona de San Juan de Dios) de Granada. Francisco degolló a Aurora en la vivienda de ésta, tras lo cual el asesino huyó del lugar mientras la tía de la víctima intentaba retenerlo. Aurora fue trasladada al Hospital, donde falleció poco después. Las primeras noticias de la época hablan de que la causa del asesinato fueron los celos o la negativa de la muchacha ante ciertas proposiciones. Su asesino, de profesión del campo y catalogado como de "honrada familia", de "excelente conducta moral" y "de buena conducta" fue detenido en su pueblo de Ogíjares, en casa de su tío político (a la sazón hermano de mi bisabuela), alegando que cometió el crimen porque su novia se había negado a casarse con él tras la petición que le hizo sobre los preparativos de la boda. En 1932 el Juzgado del Sagrario le condena a 14 años de reclusión y al pago de 10.000 pesetas de indemnización por el asesinato.
Casi un siglo después de aquella muerte atroz imagino que poca gente se acuerda de Aurora, tanto es así que ni las estadísticas de asesinatos de mujeres por sus parejas la contemplan, dado que como digo es un cómputo reciente. Al menos, que estas palabras sirvan como pequeño homenaje recordatorio de que ella existió y no la dejaron vivir.
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