lunes, 25 de junio de 2018

Sucesos de antaño (III): una confusión mortal

En las páginas de sucesos de los periódicos es habitual encontrarse con noticias dramáticas. Sea la época que sea y sea el lugar que sea, el destino ha llevado la desgracia a incontables familias. Hace más de 87 años, en nuestra provincia ocurrió una de ellas, que originada a causa de la conflictividad reinante de la II República, la confusión y el error dieron como resultado una serie de víctimas en el granadino pueblo de Atarfe. En aquellos momentos nuestro país se encontraba día tras día con turbulentos acontecimientos que preocupaban a nuestros abuelos y bisabuelos. Tras la proclamación de la II República en España en abril de 1931, se abrió un período trascendental en la historia de nuestro país, que para las gentes de antaño supuso un avance histórico y el momento deseado durante mucho tiempo para una parte importante de la población, pero que en cambio no fue sino el mayor de todos los males para la otra parte de la sociedad.

Casi desde el primer momento del nuevo tiempo político republicano, las calles de nuestro país se convirtieron en escenario no sólo de pugna dialéctica entre partidarios de un sistema u otro, sino que esta lucha derivó en enfrentamientos físicos, asesinatos y ataques a bienes y personas. Una de las características de la violencia política de esta época fue el ataque sufrido por el sector religioso a mano de ‘turbas’ ciudadanas compuestas por socialistas, comunistas y anarquistas, anticlericales todos que veían a la Iglesia como uno de los males del país a destruir. Fue así como desde el mismo 1931 las Iglesias, conventos y demás edificios vinculados al clero fueron objeto de ataques incendiarios o con artefactos explosivos.

Uno de estos ataques fue la causa primigenia de un suceso dramático que ocurrió en nuestra provincia aquel incendiado mayo de 1931, en el que el Estado de alarma se había impuesto tras múltiples ataques ocurridos a lo largo y ancho del país. Un grupo de incendiarios (comunistas los llamó el diario ABC) pretendió incendiar el Convento que la Compañía de María, las Jesuitinas, tenía en la localidad granadina de Santa Fe. Así, durante la noche del día 15 estas personas asaltaron la parte trasera del convento e incendiaron un cuarto anexo del edificio. La rapidez de los vecinos que apagaron el fuego permitió que los daños no fueran muy grandes. Algunos de dichos atacantes consiguieron huir del lugar en un vehículo en dirección a la vecina localidad de Atarfe, no sin antes disparar contra la fuerza pública que los perseguía.

Las crónicas periodísticas indicaron que las autoridades de Atarfe fueron alertadas de la presencia de dichos atacantes rumbo a su término municipal. Así fue como una partida de ciudadanos de dicha localidad (un centenar) se apostó en la carretera esperando la llegada de los atacantes para interceptarlos e impedir que atacaran los bienes eclesiásticos de su término. Fue aquí cuando la tensión e inestabilidad política y de seguridad palpable en la sociedad dio lugar al siguiente trágico suceso.

De lo que se desprende de lo narrado por los periodistas es lo siguiente: Un vehículo ajeno a los hechos ocurridos en Santa Fe llegaba por la carretera en las cercanías de la fábrica alcoholera San Fernando, ocupantes del vehículo que observaron a una muchedumbre armada que intentaba pararles violentamente. Las versiones difieren en lo escrito: mientras una dice que desde el vehículo se disparó contra la multitud, la cual desafiante, atacó el vehículo rompiendo los faros; la otra indica que fue la muchedumbre quien disparó contra el vehículo. La cuestión es que tras ello, el conductor del coche siguió la huida a gran velocidad, arrollando a algunos de los vecinos que lo atosigaban, impactando posteriormente éste contra un muro. El resultado final fue la muerte a tiros o arrollados de varios de los vecinos, así como una de las ocupantes del coche debido al choque.

Vehículo de la familia Nestares accidentado tras el ataque en Atarfe. Fuente: Nuevo Mundo

Los fallecidos fueron:
  1. Antonio García González, obrero del campo.
  2. Francisco Marín Islas.
  3. Juan de Dios García Cervantes.
  4. Maribel Nestares, que viajaba en el vehículo, hija del ingeniero que lo conducía.
  5. Francisco Pérez Díaz, obrero que muere momentos después de camino al Hospital de Granada.
  6. José Jiménez Almodóvar, que muere a causa de las heridas el día 18 en el Hospital de San Juan de Dios de Granada.

Cadáveres de Antonio García, Francisco Marín y Juan de Dios García tras el enfrentamiento en Atarfe. Fuente: Mundo Gráfico

Algunos de los heridos:
  1. Juan de Dios Rueda Triana, obrero del campo.
  2. Francisco Castro Sánchez.
  3. Juan Fernández.
  4. Juan de Dios Ramón Martín.
  5. José Nestares, ingeniero jefe de la fábrica azucarera San Pascual, que en ese momento conduce el vehículo, y huye de la muchedumbre porque sabía que se proyectaba un asalto a la fábrica que dirigía. Algunos testimonios indican que mientras conducía disparó a la gente que se abalanzó sobre el coche. Pero el propio Nestares lo negó, afirmando que fueron ellos los objetivos de los disparos.
  6. Isabel Guillén, esposa del ingeniero Nestares.
  7. Antonio Sánchez Sevilla, copiloto, conductor del ingeniero Nestares.
  8. Natalia Granados, criada del ingeniero Nestares.

Entierro de algunas de las víctimas del enfrentamiento de Atarfe. Fuente: Nuevo Mundo

Fuentes
-ABC
-El Defensor de Granada
-Mundo Gráfico
-Nuevo Mundo

viernes, 22 de junio de 2018

En defensa del Centro Artístico

El pasado domingo 17 de junio mandé una carta al diario Ideal para que fuera publicada como respuesta a otra carta publicada un par de días antes en las que un ciudadano criticaba el Centro Artístico de Granada, a mi manera de ver de forma injustificada y falsaria. La carta que mandé no se llegó a publicar, por lo que he decidido colgarla aquí para que quede testimonio escrito.

Post scríptum: finalmente la mencionada carta fue publicada en Ideal en su edición del lunes 16 de julio de 2018, en la página 23.

Fuente: Reglamento Centro Artístico, 1893, pág. 44

En defensa del Centro Artístico

Leo con interés y asombro en Ideal una carta de un tal Rubén Darío Vallés Montes en la que critica la etapa actual del Centro Artístico a la que acusa de ser todo lo contrario a la primera etapa del mismo, en la que según él había  vanguardia, creatividad e innovación. Estuve vinculado al Centro Artístico durante un tiempo hace unos pocos años, gracias a la campaña de reflotamiento de dicha institución que lograron acometer su actual presidenta y otras personas que ocupan la Junta Directiva. Entonces, yo rondaba los 30 años, un joven amante de la cultura y el patrimonio de nuestra ciudad, y es por ello, por la juventud que entonces y ahora tengo, más la juventud de otras personas vinculadas al Centro, por lo que vengo a llamar la atención de uno de los puntos de dicho escrito. El autor critica que ahora el Centro viene a ser un casino de pueblo en el que socios ancianos se reúnen sólo para leer y jugar sus partidas. Poco o nada se ha adentrado a mi juicio el autor en el verdadero ser del Centro y su fomento de las artes, la cultura y la defensa del patrimonio granadino. Pues las actividades culturales y artísticas del mismo van más allá de las paredes del edificio que las alberga, si bien las que se celebran en él son ya de por sí notables, y con personas con edades muy diversas, desde jóvenes hasta los más ancianos. Parece que el autor abomina en cierta manera de las personas mayores, y de su supuesto “conservadurismo”, pues ya lo puso de manifiesto en otra carta en Ideal hace poco. Tan revolucionario que es él, veremos si cuando llegue a mayor sigue siendo tan provocador e inconformista, actitudes que por otro lado no son en sí negativas. Pero tornan en ridículas cuando se espetan en base a falsedades para denigrar. Intenta afear el nombre del Centro adjudicándole además un trasfondo reaccionario. Porque, ¿qué si no es esa mención al águila de su fachada para vincularlo con el franquismo, indicando una fecha como la de 1952? Águila que como símbolo del Centro ya aparece en la primera etapa de la institución a finales del siglo XIX, sí, esa que tanto alaba el autor del escrito. Y va más allá, al juntarlo con las “dos banderas españolas roídas” que cuelgan en sus balcones y que se colgaron como tantas otras en los balcones durante el proceso independentista en Cataluña. Supongo que por el origen catalán del autor, en unos momentos políticos como los actuales y la simpatía que profesa por los Comuns de la Colau, le chirríe esos colores y lo que representan.  Igualmente, es de suponer que si el Centro hubiera colgado la bandera de Andalucía no hubiera puesto objeción alguna. Como cada uno lo ve de una manera diferente, para mí esos colores engloban dentro de sí tanto a la bandera andaluza como a la senyera catalana. Pero esto es lo de menos. Toda esta diatriba contra el Centro Artístico es el resultado del rencor, el resentimiento hacia el Centro del que previamente se quería aprovechar. Según vemos en el blog de dicho autor, escrito por él mismo, se le propuso escribir un texto para el  último Boletín del Centro Artístico, y ante las negativas que esgrimió para corregir algunas cuestiones tras las recomendaciones de corrección, se rechazó su inclusión en el Boletín. He aquí a mi entender el motivo principal del ataque de este segundón Rubén Darío al Centro Artístico. Este joven intenta demostrar lo que él considera su valía literaria, cosa que me parece correcta y legítima, pero ante una negativa justificada se lanza a degüello contra una institución señera que hace mucho por la cultura en la ciudad. Yo también he escrito textos para diversas publicaciones o concursos literarios, y cuando éstos no se han publicado o seleccionado, sea por el motivo que sea, no voy despotricando, sino que me sirve para mejorar en mi escritura, intuyendo que haya sido la calidad del escrito el motivo por el que no se haya publicado. Si dicho escritor tanto critica la falta de juventud y estímulo en la institución, que sea constructivo de verdad y aporte su sapiencia en sus reuniones, que seguro su Junta Directiva estará dispuesta a escucharle y promocionar las actividades que recomiende en pos de la cultura en Granada. Periodistas aludieron a las críticas que este escritor, segundón Rubén Darío, en sus obras literarias hace sobre lo políticamente correcto y la sociedad consumista, de la cual es difícil no ser como el rebaño. Estoy de acuerdo con él en ello. Él, que se califica como elemento crítico, en cuanto al rebaño quizás no sea la oveja negra del mismo, sino más bien la mosca cojonera de todo corral. Aunque estoy seguro de que él estará encantado de serlo, al ser un amante de la crispación. Yo también soy crítico, ahí va la mía.

Francisco J. Canales-“Azaustre
Granada