sábado, 16 de septiembre de 2023

Apuntes genealógicos XV. María de la Concepción Sánchez Zamora

La Humanidad ha avanzado mucho. Desde que éramos cazadores-recolectores a los días actuales en que solicitamos alimentación u ocio a través del teléfono móvil han pasado infinidad de vicisitudes históricas que nos han hecho y moldeado tal como somos. Lo que seremos en el futuro gracias a todos estos nuevos avances es un misterio del que es fácil aventurar. Debido al avance técnico y científico de todos estos siglos, el ser humano casi que se ha creído inmune a realidades naturales que a pesar de todo nos siguen haciendo daño, aunque en algunos aspectos a menor escala. Los desastres naturales, por mucho que queramos evitarlos, pueden y de hecho nos siguen haciendo daño tanto a nivel personal como económicamente.


¿Y qué decir de las enfermedades provocadas por los micro-organismos? Virus y bacterias que han causado centenares de miles de muertos a lo largo de los siglos, cuando las condiciones higiénico-sanitarias eran deficientes, por no decir nulas. Epidemias que han devastado regiones, poblaciones afectadas en las que nuestros ancestros se las vieron con un mal invisible que llenaba los camposantos parroquiales de cadáveres hoy sin nombre. Es una realidad que en Occidente quizás creíamos ya pasada y que una pandemia mundial como la del COVID-19 en 2020 nos despertó de nuestra asegurada ilusión. Ya, escarmentados por aquello, cada nueva noticia sobre variantes nuevas del COVID o la reaparición de otros virus como el del actual Nipah en la India, causan alarma en ciertos sectores, a la par que en otros más conspiracionistas lo consideran un elemento más de la "maldad globalista" que intenta dominar a la población. En el término medio está la virtud, se suele decir.


En mi investigación genealógica de bastantes años ya, a través de documentación antigua o por testimonios familiares he descubierto las causas de las muertes de muchos parientes, algunos de ellos causadas por enfermedades bacterianas o víricas, como son el tifus, tuberculosis, el cólera, o la gripe española de 1918. España en el siglo XIX sufrió varias oleadas de cólera morbo, propagado gracias a las deficitarias condiciones higiénicas en las ciudades, siendo el sudeste peninsular donde la epidemia de 1885 causó grandes tasas de infección y muerte. En una de esas investigaciones supe que mi trastatarabuela María de la Concepción Sánchez Zamora fue una de las víctimas de dicha enfermedad en nuestra provincia. Natural del pueblo de Cúllar Vega (ca.1822), e hija de Julián Isidro Sánchez y Rafaela Josefa Zamora, estaba casada con el ogijareño Francisco Junco Barragán, con el que había tenido varios hijos. Su partida de defunción indica que murió en Ogíjares por "cólera morbo asiático" el 16 de septiembre de 1885. Eran altas las probabilidades de contagio intra-familiar, pero en este caso desconozco si algún otro miembro de la familia se vio afectado por la enfermedad. Una semana después el alcalde de la localidad José Jaldo García recibió una cantidad monetaria de parte de la Diputación Provincial para "atenciones sanitarias de dicho pueblo". A final de dicho año, el pueblo de Ogíjares, de 1.015 habitantes, había sufrido 89 infecciones por las que fallecieron 65 personas, cifra alejada de los 5.500 fallecidos de Granada capital.


Con los escuetos datos que poseo de esta antepasada mía, intento imaginarme su vida y el calvario que tuvo que pasar en los últimos momentos de la misma. En un lugar como nuestra Vega de Granada, hace casi un siglo y medio donde la imaginación sólo me hace ver parajes en blanco y negro, por donde paseaba Concha, aquella mujer a quien no puedo poner rostro, pero en la que me reconozco en parte cuando siento mi ser.

Portada de El Defensor de Granada, 24-12-1885 donde aparece la relación de localidades de la provincia y sus víctimas del cólera de ese año.

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