jueves, 22 de junio de 2023

Serenatas VII. La maldición del Titán

A estas horas de la noche, cuando mi mente ya se adormece, queda pululando en ella las imágenes, impresiones y miedos que a lo largo de estos días he tenido a causa de la desaparición del submarino Titán, cuando se dirigía a visitar los restos del pecio del Titanic, en el fondo del Atlántico Norte. Hace escasos minutos se ha confirmado la dramática noticia, que muchos imaginábamos ya, de que los ocupantes de ese pequeño batiscafo casi de juguete han muerto a causa de lo que parece una implosión del mismo.


Y es que cuando Robert Ballard descubrió los restos del Titanic en 1985, ya nos enseñaron lo peligroso que era bajar allá abajo. Un vaso de plástico de tamaño normal, dejado en esas profundidades, la presión lo comprime hasta alcanzar el tamaño de un dedal. Creo recordar que fue en la película "Rescaten el Titanic", donde vi una escena que me traumatizó muchísimo. Fue la implosión de uno de los submarinos que en la trama fílmica bajaba a inspeccionar los restos del barco. Eso es lo que seguramente ha ocurrido en este caso. La muerte instantánea de los 5 ocupantes por la implosión de la estructura a causa de las grandes presiones de la masa de agua circundante.


Con la tragedia del Titán de esta semana, se cierra quizás un círculo dramático en torno al Titanic. Catorce años antes de que el barco se hundiera en 1912, el escritor Morgan Robertson escribió una novela sobre un barco llamado Titán que naufraga, y todo lo que tiene esa trama literaria tiene muchas similitudes con el caso del famoso barco hundido años después, como si Robertson al escribirlo hubiera sido una especie de visionario. El Titán-Titanic-Titán es la historia del hombre que quiere doblegar a la naturaleza, pero ella siempre se impone.


Como en todo este tipo de dramas en los que los fallecidos son personas con altas posibilidades económicas (sólo hay que recordar que el pasaje para bajar como turista con el Titán a ver el Titanic rondaba el cuarto de millón de dólares) suelen salir las comparaciones con otras catástrofes humanas en las que la capacidad y el ímpetu de rescate no son tan notorios. Clases siempre ha habido, recuerden el propio Titanic y el porcentaje de supervivientes entre los pasajeros de primera clase y los de tercera, unas diferencias que por mucho que nos duela, seguirán existiendo. A ello, muchos en las redes sociales de Internet critican y se rien de estos millonarios que gastan ingentes cantidades de dinero en unos viajes peligrosos y en su opinión estrafalarios como el que nos ocupa, o como los incipientes viajes turísticos al espacio. Se alegraban incluso del dramático final que hubieran podido tener los que hoy ya sabemos fallecidos. Que no nos engañen, los critican no porque sean viajes o aventuras "absurdas" cuyo dinero podrían invertir en causas sociales, sino porque ellos no tienen la capacidad económica de efectuarlos. El poder viajar en avión hace un siglo era algo limitado a aviadores y aventureros. Hoy en cambio con las compañías de bajo coste, volar está al alcance de un amplísimo sector de la población. El debate ecológico sería otro, interesante y largo. La mentalidad del ser humano y nuestros ancestros homínidos desde que salieron de sus límites africanos ha sido la de ir más allá de tal riachuelo o aquella alta montaña, el afán de descubrir fronteras nuevas. En la actualidad, los límites del ser humano están en las profundidades del mar y mucho más allá de las estrellas. Entre mis frustraciones personales están las de no tener capacidad económica para bajar a ver los restos del Titanic (pues soy amante de los barcos y además Titanicmaníaco) y no tener posibilidad temporal para disfrutar de un viaje a través del espacio. Al menos tengo mi rica imaginación, que se activa mucho en estos momentos de vigilia previa al sueño.


Hoy, nuevos restos quedan desperdigados en torno al pecio del Titanic, y 5 nuevas víctimas se suman a aquellas otras que murieron el siglo pasado sobre lo que hoy son hierros herrumbrosos retorcidos que van desapareciendo carcomidos por las bacterias. Que descansen en paz en su tumba de agua, ese lugar que tanto admiraron.

Imágenes del Titán (National Geographic) y Titanic (BBC)

No hay comentarios:

Publicar un comentario