jueves, 29 de diciembre de 2022

De nuevo ante un final de año

El reloj y el calendario nos dicen que dentro de muy poco cambiarán convencionalmente unas cifras que sitúan nuestra vida en unas coordenadas temporales. Y a veces ese cambio lleva a pensar que el tiempo en cierta manera va a recomenzar. Pero ese tiempo de vivir es un recordatorio que lo ya pasado no ha de volver, y que lo que queda es una cuenta que corre rápidamente, ¡1!, y ya se ha pasado un mes más, y para cuando quieres recordar, ya han pasado tres.

Granada, diciembre, la Navidad

Los proyectos neoanuales, de ilusionantes deseos, pronto dormirán en el cajón el sueño de los justos. Todo ese enérgico deseo por la nueva oportunidad de vida quedará diluido en el discurrir de la misma. Aunque con perseverancia y dedicación, alguien pueda cumplir quizás alguno. Cuando ya vayas por el quinto mes, lejos quedan ya esas ilusiones, unas cumplidas, otras por cumplir, y otras que nunca llegarán a realizarse. El verano al fin llega, con esperanza solar para muchos, mientras que a otros, presurosos estaremos de la llegada del frío helador. Y es que siempre he preferido el frío en el exterior con su consecuente y buscado calor interno, que un calor estival que apesadumbre todo mi ser allá por donde vayas.


Como verás, los meses van a una velocidad de vértigo, y cuando quieres darte cuenta, las últimas hojas de la agenda hacen su aparición y el grosor de la misma cada vez es más fino. Ese libreto que es en definitiva el resumen parcial de una vida, cada vez tiene menos hojas que rellenar. La noria del tiempo va a dar otra vuelta, de nuevo llega un 31 de diciembre.....el punto final.... el punto de partida.

Granada, diciembre, y el ursinho carinhoso que me representa

¿Qué he hecho este año? ¿Hay algo de lo que sea digno mencionar o recordar? No desesperes ante una fecha tan simbólica, pero no decaigas, pues otra agenda con sus 365 días tendrás que rellenar, pero hazlo, pues no sabes por cuánto tiempo más. No sabes en cuál de esas secciones diarias de papel llevará inserto el día de tu final en tu exigua biografía. Haz que esas jornadas merezcan la pena vivirlas.


A todos mis lectores, amigos, deseo tengáis un magnífico año 2023.


Fdo: Francisco J. Canales-"Azaustre"

miércoles, 28 de diciembre de 2022

La Tierra desde el cielo (XII): Río de Janeiro

No quiero dejar terminar el año sin plasmar por escrito mi grandioso epílogo brasileño, rememorando gráficamente las impresiones aéreas que pude disfrutar desde el cielo de Río de Janeiro en ese soleado y veraniego día del marzo austral.

Tras despegar del helipuerto, sobrevolando el lago en dirección a la playa de Ipanema

Maravillado tras mi experiencia sobre las cataratas de Iguazú en mi primer vuelo de helicóptero, supe allí que también en Río la empresa Helisul ofertaba vuelos en helicóptero que sobrevolaban la ciudad. Así pues, no podía irme de allí sin la experiencia de ver tan grandioso lugar en un medio aéreo al que tomé gusto.

Maravillado sobrevolando la ciudad de Río

Así, en mi último día carioca, despegamos con el helicóptero desde el helipuerto de la empresa junto al Lago Rodrigo de Freitas. Al igual que la primera vez, en esta segunda ocasión también tuve la suerte de ir de pasajero junto al piloto, sentado sobre el morro del helicóptero, disfrutando pues una panorámica espléndida a ambos lados, de frente y bajo mis pies.

Volando hacia el Cristo Redentor en la cima del Corcovado

En un primer momento el piloto nos llevó a sobrevolar las playas de Ipanema y Copacabana, con miles y miles de personas disfrutando allá abajo, cerca de la costa, las islas Cegarras, y más allá la inmensidad del Atlántico que lleva a la Antártida. A continuación, el helicóptero viró en dirección al objetivo del vuelo, que no era otro que sobrevolar al Cristo Redentor en lo alto del cerro del Corcovado. Fue impresionante ver aquel majestuoso monumento desde tantos metros de altura, cuando el día anterior me encontraba bajo él, en el mismo lugar donde ahora muchas personas cual hormiguitas pululaban a su alrededor. Al este, a donde el Cristo abrazaba, la ciudad se extendía hasta los macizos del Pan de Azúcar, otra gran atalaya natural desde la que pude disfrutar la ciudad previamente.

Sobrevolando el Corcovado

Tras un breve pero inolvidable vuelo, de nuevo en la realidad tangible del suelo, me dispongo a despedirme de la ciudad y del país con un bello atardecer en la playa de Copacabana. Espero volver algún día, pues me quedó mucho por descubrir.

Proceso de aterrizaje en el helipuerto

martes, 13 de diciembre de 2022

La Tierra desde el cielo (XI): de Recife a Río de Janeiro

Siempre me he considerado poco afortunado en cierto sentido, pues a pesar de que me encanta viajar y poder hacerlo en avión, en mi vida pocas veces he utilizado este medio de transporte. Pero en cuestión de un mes escaso a principios de este año, este déficit aéreo lo he cubierto con gloria y satisfacción, llegando a sobrarme dicho deseo en los dos vuelos transoceánicos, que resultaron ser realmente cansinos.

Sobrevolando Recife tras el despegue desde su Aeropuerto

Tras haber disfrutado de hermosos paisajes, dunas y playas paradisíacas en la zona nordeste de Brasil (básicamente Natal, Recife y aledaños), continuaba mi aventura a través de ese inmenso país.  Allí en la lejanía de Recife viví un acontecimiento tan triste, dramático y preocupante como fue el inicio de la guerra e invasión de Rusia contra Ucrania. Un hecho que como todos, venía ya desde hacía semanas observando ocurriría y que aunque no por esperado, dejó de ser impactante, cogiéndome tamaña histórica noticia fuera de mi hogar. Tras una triste despedida de una persona verdaderamente querida  que me había acompañado todos esos días, proseguí mi ruta a través de los aires desde el Aeropuerto de Recife.

Varios momentos del trayecto entre Recife y Río de Janeiro

Como despedida de aquel grato lugar, pude disfrutarlo sobrevolando aquella ciudad acogedora, observando los grandes edificios junto a las desorganizadas favelas. Y en el horizonte, el inmenso Atlántico, a mi izquierda la gran masa acuática que separaba dos mundos, el mío y en el que yo me encontraba. Sobrevolando la línea de la costa, sobre grupos de barcos fondeados, grandes y pequeñas nubes sobre regiones desconocidas y por conocer, me acercaba a mi último destino, la siempre bella Río de Janeiro. La emoción e incertidumbre se apoderaban de mí conforme el avión se acercaba a tierra. Por fin, la ciudad que desde hacía mucho quería conocer estaba ya bajo mis pies, recibiéndome el Cristo Redentor con sus brazos abiertos.

Llegando y aterrizando en Río de Janeiro

miércoles, 7 de diciembre de 2022

La Tierra desde el cielo (X): de Iguazú a São Paulo

Si espectacular resulta ver de cerca y casi poder palpar un paraje tan bello como el Parque Nacional de Iguazú, la partida desde su aeropuerto no debe apesadumbrar en demasía, pues el espectáculo puede continuar si uno tiene la suerte de ir sentado junto a la ventanilla del avión, como por fin me ocurrió el pasado mes de febrero en mi viaje americano.

Imagen del río Iguazú tras haber despegado desde su Aeropuerto

La lotería de los asientos me regaló tan bello panorama, pero como contrapartida éste se vio eclipsado por los berridos en portugués de un crío muy llorón en la fila delantera. (Nota mental: No olvidar para esos casos unos buenos auriculares con música ambiental, jazz o chill out.)

Imágenes del río Iguazú y vistas desde el avión rumbo a São Paulo

Paisajes tan verdes y exuberantes que desde las alturas te dan la sensación que aún aquello es virgen y la mano europea no ha puesto pie allí. La envergadura del río Iguazú, con sus múltiples meandros, me acompaña absorto durante un buen rato. Pero allá a lo lejos se vislumbran inmensas y amenazadoras nubes negras. Con la lógica preocupación que en nuestro rumbo a São Paulo tengamos que atravesarlas, ésta se me acelera al percatarme que las destellantes luces que allá a lo lejos entre las nubes resplandecen no son cohetes que celebren alguna hipotética fiesta de las localidades de más abajo. Cuando veo que dichos fulgores se extienden acompasadamente en ese gran cuerpo nuboso, me acuerdo del dios Zeus y su potente brazo ejecutor.

Llegando a São Paulo

Tras la primera alarma, ésta se transforma en tranquilidad, pues las nubes permanecen lejanas y no perturban nuestro vuelo. Una tranquilidad que intuyo puedan disfrutar los habitantes que más abajo de ellas tengan al poder cobijarse en sus casas. El sol, al fin, se pone en su cíclico discurrir, y la oscuridad reinante en el exterior me adormece mientras de vez en cuando los mudos relámpagos de la lejanía son como pacíficas e hipnóticas lucecitas que coadyuvan a tan placentero propósito.

Por fin, tras un vuelo no muy largo, y tranquilo, a pesar de las cuerdas vocales del delantero infante; las nubes, verdes bosques y aisladas luces de pequeñas localidades, dan paso a masivas aglomeraciones lumínicas. Es lo que me indica que estamos llegado a São Paulo y su área metropolitana. Y con la luna velando sobre nosotros, por fin llegamos a Guarulhos, hogar dulce hogar. Aunque no por mucho tiempo, pues horas después sigue mi aventura americana. De nuevo en un avión iré rumbo norte a descubrir nuevas y bellas cosas.

Imagen aérea después de haber despegado del Aeropuerto de Congonhas