Con motivo del cincuentenario del monumento a los Reyes Magos que hizo mi tío-abuelo Aurelio López Azaustre escribí dos artículos. Uno de ellos, enviado al diario Ideal no pudo publicarse, por lo que lo cuelgo aquí en mi blog para que quede constancia de esas palabras.
Los Reyes Magos de López Azaustre, media vida guiando ilusiones
Nos encontramos en los últimos compases de una fecha tan entrañable y familiar como es la Navidad. Aunque ya las canas vayan apareciendo por aquí y por allá, aún queda un atisbo de niñez en nuestros ojos y oídos cada vez que sentimos el ambiente navideño por las calles de nuestras ciudades. El colofón, el cierre por todo lo alto a estas semanas es sin duda la festividad de la Epifanía, que aunque en origen era la Adoración de los Reyes a Jesús en su pesebre, hoy en su conversión contemporánea significa la ilusión infantil por jugar. Esta ilusión de los más pequeños larvada durante muchas jornadas explota las madrugadas de todos los 6 de enero al descubrir en sus casas aquellos juguetes que deseaban y con los que poder disfrutar su vida de niños. Esa ilusión es compartida por padres y abuelos afectuosos que ponen broche de oro a unas fiestas tan familiares. Y aunque desde unos años a esta parte la impaciencia infantil sumada al marketing y el consumismo haya adelantado el reparto de juguetes mediante la competencia importada desde un trineo, la mágica noche del Día de Reyes sigue entre nuestras bellas tradiciones. Por tanto es perentorio defenderla para que no desaparezca o se vea sustituida.
Granada es una ciudad que puede presumir de ser de las primeras españolas en albergar la tradición de la cabalgata de Reyes previa al reparto de los regalos a los niños. Hay quien dice que fue la primera, pero lo que es seguro es que desde 1912 en nuestra ciudad venimos disfrutando de esta maravillosa representación que todos los presentes guardamos con gratos recuerdos. Siendo Granada por tanto ciudad con larga tradición en la festividad de los Reyes Magos, es paradigmático el nexo que nos une a otra comarca española que también la tiene, siendo reconocida por ello.
Ibi, localidad alicantina donde tantos y tantos juguetes se han fabricado a lo largo de las décadas, tenía una relación intensa con la festividad de Reyes. Fue a principios de los años 70 cuando en la localidad se decidió homenajear dicha festividad y crear un monumento que materializara ese vínculo del pueblo con dicha tradición y su industria más relevante. Fue entonces cuando al escultor granadino Aurelio López Azaustre se le propuso el tema.
López Azaustre era un hábil y afamado escultor que con maestría conjugaba temáticas y estilos, y si bien había realizado multitud de obras realistas de índole religiosa, sumaba a su haber otras de contornos y lenguaje abstractos. Había realizado obras de pequeño y mediano formato para particulares (crucifijos, relieves, retratos) así como para instituciones religiosas. Imágenes de crucificados, vírgenes o santos conocidos que adornan iglesias (bustos de Fray Leopoldo, Fray Escoba en la Iglesia de Santo Domingo, Santo Domingo Savio para los salesianos,…) y que incluso salen de ellas en procesión como las que actualmente lo hacen en Granada, la Virgen de los Dolores y la Virgen de la Concepción.
Fue en 1973 cuando Aurelio empezó a trabajar en uno de sus proyectos más importantes, tanto en repercusión como por la magnitud y complejidad de la obra. El Monumento a los Reyes Magos de Ibi era grandioso en cuanto tamaño. El conjunto, de forma piramidal lo componían los tres reyes magos sentados recibiendo la atención de dos niños, todos coronados por la estrella de Belén. Realizado en piedra artificial, lo hizo en un taller que alquiló a tal efecto en la avenida de Italia, del barrio granadino del Zaidín. Allí le ayudó el escayolista Manuel Sierra Ruiz, esposo de una prima hermana de su esposa y yerno que fue por tanto de otro escultor, José Romero Fernández. De las personas que sirvieron como modelos para la escultura sólo conozco la identidad de la niña central del conjunto, Sonia Toro Cantos, que en aquel momento era vecina del propio Aurelio, y del que hizo de rey Baltasar, Fortunato Okenve Ndo, nacido en la que fue Guinea Española y que estudiaba entonces en la Universidad de Granada, de la que egresó como médico.
A finales de 1974 la obra se trasladó a Ibi y se instaló en un área de expansión de la ciudad, hoy totalmente urbanizada. Sólo quedaba el momento de la inauguración, que tuvo lugar hace 50 años, el 5 de enero de 1975. Aurelio asistió al bello acto de nacimiento oficial de una escultura granadina que se ha terminado convirtiendo en un símbolo no sólo del pueblo de Ibi, sino de la tradición de los Reyes Magos de la provincia de Alicante y de España también. Entonces fue el único monumento a los Reyes Magos en el mundo, tras lo cual han ido apareciendo otras representaciones en varios países. A lo largo de este medio siglo de existencia, Ibi ha sabido mantener el cariño por su monumento, que se ha convertido en icono del pueblo y es elemento central en la tradición de la cabalgata cada año. El nombre de Aurelio López Azaustre perdurará allí en una placa al pie de su obra. En Ibi hay quien reviste sus balcones cada Navidad con banderolas con la imagen de los Reyes Magos de López Azaustre. Esta Navidad, una de esas banderolas ha lucido por primera vez en Granada. El monumento por así decirlo ha vuelto a las calles de Granada y del Zaidín que le vieron nacer.
El pasado 13 de diciembre tuve el honor de dar el Pregón de las Fiestas de Invierno de Ibi, en conmemoración del cincuentenario del monumento y en homenaje a Aurelio López Azaustre, iniciando de esa manera la Navidad en aquella localidad y en mi familia. Desde aquí, y con estas palabras finalizo estas fiestas de Navidad con el deseo que el Monumento a los Reyes Magos de Ibi siga iluminando la ilusión de aquellos niños alicantinos durante muchas generaciones, y que la tradición de sus majestades de Oriente perviva en un mundo que está cambiando a pasos agigantados.
Francisco J. Canales-“Azaustre”