martes, 27 de abril de 2021

Apuntes genealógicos IV. Gonzalo Nozal Pastor

He de admitir que como apasionado de la escritura, la Historia como pasado, y la Historia como presente, el mundo de la prensa escrita me ha atraído desde bien joven. Ya desde pequeño guardaba trozos del periódico Ideal donde aparecía la sección de Efemérides del Día, algunas de las cuales aún conservo. Yo, si no hubiera estudiado la carrera de Historia, seguramente hubiera escogido la de Periodismo, cosa que en retrospectiva me planteo si no hubiera sido una mejor decisión por mi parte.


En este nuevo capítulo de mis encuentros genealógicos, traigo a un pariente que tuvo la suerte de trabajar de lleno en el mundo de la prensa escrita, Gonzalo Nozal Pastor, y en concreto en periódico tan señero en nuestra tierra como es Ideal. Gonzalo nació en Granada en 1945, hijo del matrimonio formado por Gonzalo Nozal Peña y María Ángeles Pastor López. Gonzalo por tanto es primo 2º de mi madre, pues la madre de Gonzalo y mi abuelo materno Juan López Azaustre eran primos hermanos, todos descendientes de la rama de La Calahorra que cité en el anterior escrito de mi blog.

Gonzalo Nozal Pastor sentado trabajando en una linotipia del diario Ideal. Foto gentileza del mismo.

Gonzalo trabajó en el diario Ideal como linotipista, además de como redactor de una serie de artículos en dicho diario y en Hoja del Lunes. Era un mundo que ya conocía seguramente desde su infancia, pues su padre, electricista mecánico de linotipias fue uno de los primeros trabajadores del Ideal cuando se fundó en mayo de 1932, siendo el encargado de la maquinaria y jefe de talleres. Una primera plantilla de trabajadores entre los que estaban además Ramón Antiñolo Márquez, uno de los fundadores del periódico y suegro además de mi pariente lejana Ángeles Fernández-Amigo de la Torre. Gonzalo pasó toda su vida laboral en las instalaciones de Ideal, primero como aprendiz de mecánico y luego dando forma a la noticia que se ha convertido ya en Historia, aquella que aguarda en los silenciosos depósitos de las hemerotecas esperando a que la rescatemos del olvido del tiempo.

Primera plantilla de trabajadores del diario Ideal. Gonzalo Nozal Peña, aparece en la fila de arriba a la izquierda. Foto cortesía de su hijo Gonzalo Nozal Pastor.

Gonzalo es miembro de una familia vinculada para siempre a Ideal pues, además de su padre y de él, tiene otros miembros de su familia vinculados a dicha cabecera. Así su cuñado, Juan José Ruiz Molinero, escritor y crítico musical ha colaborado con el diario Ideal, haciéndolo en la actualidad en Granada Hoy, o el ya homenajeado en mi primera entrega de estos episodios, José Luis Delgado López, primo de Gonzalo y mío, que también ha colaborado y lo sigue haciendo con la prensa de Granada referida.

Uno de los artículos de Gonzalo Nozal Pastor. En Hoja del Lunes, 28-11-1977.


Gonzalo, autor del libro Desde mi Rincón (1983), ha mantenido su escritura como jubilado desde sus blogs, y aún lo hace con sus reflexiones en su cuenta de Facebook. Quiero que sea este escrito un cariñoso homenaje a Gonzalo, y la admiración por el hecho de que haya formado parte activa de la historia de la prensa en nuestra provincia. Gracias a su labor y la de muchos otros, el periódico llegaba puntualmente a los puntos de venta donde era comprado por los granadinos, en una época en la que la prensa escrita formaba parte de las tradiciones diarias de miles de familias, cuando el periódico era un elemento siempre presente en todos aquellos hogares.

Gonzalo Nozal Pastor en la actualidad. Foto gentileza del mismo.

sábado, 24 de abril de 2021

La Calahorra, vuelta al hogar de mis ancestros

Sin duda nuestra provincia posee un sinfín de lugares diferentes y con encanto, muchos de los cuales son unos perfectos desconocidos a ojos del capitalino neomilenial. Cuando las circunstancias de la pandemia y sus aperturas de cierre perimetral lo permiten, siempre es recomendable salir a ver dichos lugares, no sólo por respirar aires nuevos y huir del bullicio de la ciudad, sino porque además encontrará maravillas que enternecerán a ojos y mente.


Yo en la falsabraga del Castillo de La Calahorra. Foto de José Antonio Martín García.

Uno de esos lugares, que además llevaba tiempo queriendo visitar, es la localidad granadina de La Calahorra, pequeño y bello pueblo de la comarca de Guadix, situado en la zona norte de Sierra Nevada, puerta del camino que a través de la Ragua llega a la Alpujarra almeriense. Tras visitar el agradable pueblo de Jérez del Marquesado, llego por fin a La Calahorra, lugar fácil de distinguir en la planicie pues sobre él asoma la obra cumbre del Marqués del Zenete, el famoso castillo-palacio que mandó construir a principios del siglo XVI.


Castillo de La Calahorra.

Llegar al pueblo mediante medio de transporte y carreteras modernas me hace viajar en el tiempo, e imaginar cómo tuvo que ser el viaje que uno de mis tatarabuelos maternos, Ramón López López natural de La Calahorra, tuvo que hacer a mediados de siglo XIX en su traslado a la capital de la provincia, donde se asentó, se casó y tuvo su descendencia. Un viaje de seguro lento e incómodo, mediante tracción animal a través de unos caminos tortuosos que se harían eternos.


Pueblo de La Calahorra visto desde el lado sur del Castillo.

Hoy, después de casi siglo y medio de aquel viaje, yo su descendiente hago el camino inverso y me recibe un pueblo lánguido, muy diferente a como fue en aquel entonces. La despoblación constante de estas tierras se hace patente no sólo por el vacío de las calles (ayudado seguramente por la situación de pandemia que vivimos), sino por los incontables letreros de venta o alquiler de viviendas. Un bello pueblo que en cambio tiene muchas posibilidades de desarrollo. Domina el casco urbano la Iglesia de la Asunción donde se bautizaron y casaron mis antepasados, y sobre el núcleo de casas, el cerro sobre el que se asienta el imponente castillo de La Calahorra. Con una subida escarpada y dificultosa, el edificio vigila a sus habitantes, como elemento señorial de dominación de unos tiempos pasados. El mismo es atalaya, antes de posible defensa, ahora de admiración sobre las vertientes altas de la Sierra y sobre la planicie norteña que nos invita a seguir viajando por nuestro país.


El Castillo de La Calahorra durante el atardecer.

Hoy el castillo nos recibe con un viento primaveral frío. Los impresionantes y toscos muros protegen el refinado interior renacentista, mientras los gráciles cuervos juegan a nuestro alrededor haciendo acrobacias sobre el castillo, únicos moradores de tan ilustre edificio.


Cuervos volando alrededor del Castillo de La Calahorra.

Imagino la vida siglos atrás en estos mismos lugares, cuando el castillo actual no existía, en plena dominación musulmana, o durante la Guerra de las Alpujarras, viéndose el lugar afectado tanto durante el enfrentamiento como la posterior repoblación, de la que seguro provengo. No conozco el lugar en demasía ni a sus gentes, pero un extraño vínculo emocional he querido tejer con este pueblo, no sé si será mi ascendencia calahorreña, o el bello y tranquilo lugar que nos muestra ser. Lo que sí mantengo es mi deseo que pueda ser uno de los lugares donde poder vivir el día de mañana. ¿Quién sabe?


La Iglesia de La Calahorra con el castillo al fondo.

jueves, 15 de abril de 2021

Titanic, belleza y drama

Como curioso del mundo náutico y fascinado por el famoso trasatlántico Titanic que soy, no puedo dejar de plasmar aunque sea una vez en mi blog, alguna reflexión sobre dicho buque cuando hoy se han cumplido 109 años desde su naufragio. El Titanic como trágico suceso, uno más de los que han ocurrido a lo largo y ancho de nuestro planeta, ha trascendido a su tiempo, y a pesar de no ser la mayor catástrofe en el mar, ha traspasado los límites de la memoria colectiva, manteniendo hoy día, y gracias sobre todo a la sucesión de recreaciones fílmicas a lo largo de este siglo transcurrido, el recuerdo de aquellos salones de lujo, aquellas marineras cubiertas, y los sueños de aquellos viajeros. Unos sueños que se vieron truncados tal día como hoy, 15 de abril, de 1912.


El Titanic en su viaje inaugural. Fuente Museo Sjöhistoriska. https://digitaltmuseum.se/011015399799/fo3404a


En la actualidad mueren día tras día cientos de personas, que desesperados por sus condiciones de vida, intentan mejorarla huyendo en destartaladas embarcaciones de madera. Sus cadáveres pueblan hoy los fondos de nuestro Mediterráneo. Buena parte de los más de 1.500 muertos de aquel 15 de abril de 1912 eran miembros de la tripulación y pasajeros de 3ª clase, que como los de hoy, viajaban con sueños a un EEUU en búsqueda de mejorar las condiciones de vida de sus familias.


La sección de proa del pecio del Titanic vista desde su lado de estribor en el fondo del Atlántico. Fuente: National Geographic.


El imaginario popular ha revivido y revive todo lo acaecido aquella noche, y es que las circunstancias particulares ayudaron a que se convirtiera en un naufragio mítico: naufragado en su viaje inaugural, que además era el último de su capitán Edward J. Smith previo a su jubilación, la lista de afamados personajes que viajaron en él, algunos de los cuales llegaron a morir en las frías aguas del Atlántico esa noche (como los empresarios John Jacob Astor y Benjamin Guggenheim o el matrimonio Strauss), así como el largo lapso de tiempo que duró su hundimiento, 2 horas y 40 minutos, tiempo que fue suficiente para escenificar cual drama wagneriano las mejores virtudes o las peores vilezas del ser humano en los que podían ser los últimos minutos de vida de cada uno. En cambio, otros naufragios de grandes buques no han tenido esa conjunción de factores que les hicieran perdurar en el imaginario colectivo; pues si bien el famoso Lusitania fue hundido en la I Guerra Mundial causando la muerte de casi 1.200 personas, su naufragio duró casi 20 minutos; o el Wilhelm Gustloff, la mayor catástrofe marítima hasta el momento, que en 1945 fue hundido en aguas del Báltico, muriendo en la tragedia más de 9.000 personas. El hundimiento de éste último no tiene la épica que le ayudara al reconocimiento pues fue un buque de pasajeros utilizado por los nazis, y que transportaba desplazados alemanes que huían del avance soviético en los estertores de la II Guerra Mundial. Para más inri, el que lo hundió fue un submarino soviético, cuyo país sería uno de los vencedores en tan cruel guerra.


Siempre he pensado que el naufragio de un barco es un espectáculo bello, precisando claro está, si dejamos de lado el drama que puede acarrear en cuanto pérdida de vidas humanas y la posible contaminación del mar por los vertidos del buque. Un naufragio tiene algo de misticismo: una gran estructura metálica, como símbolo del poder y desarrollo humano, que se ve engullida por las fauces de la naturaleza, su irremediable hado. Un buque que transmuta a pecio, mientras es devorado violentamente por las aguas, para posarse en su fondo como si del Tártaro se tratara. En las oscuras profundidades mostrará alegóricamente sus herrumbrosos restos clamando a la superficie su desgracia. Su destino es descomponerse lentamente, y por fin, la materia que fue moldeada por el humano volverá a su estado natural. Es la derrota del hombre frente a la Naturaleza.


Una prueba de que el naufragio de un buque es algo espectacular y atrayente es ver las excursiones navales que se realizan para ver cómo se hacen naufragar barcos jubilados para que formen parte del fondo marino como arrecife artificial. Lo impresionante de la despedida del buque se ve acompañada por el sonido de las bocinas del resto de barcos como despedida. Hay algo de ritual místico en ello.


Hundimiento controlado del buque Annapolis en 2015:

https://www.youtube.com/watch?v=-90ZkG546ww



Ahora mismo el Titanic se descompone, las bacterias carcomen su metal a casi 4.000 metros de profundidad en el Atlántico Norte. Su sino se dictaminó cuando chocó con el mortal iceberg aquella fría noche. Aquella majestuosa mole languidece y pronto será un amasijo irreconocible de chatarra. Nada es eterno, pero quizás los últimos himnos tocados por la banda de música del Titanic resuenen aún allí acompasados con las plegarias de los que murieron. En el recuerdo queden.

martes, 13 de abril de 2021

En el aniversario del Centro Artístico de Granada

El otro día me llegó la información relativa a una interesante efeméride, pues se acaba de celebrar el 136 aniversario de la fundación del Centro Artístico, Literario y Científico de Granada. Y desde este mi rincón, no puedo hacer otra cosa que sumarme a la felicitación por tan digno evento.

Símbolo del Centro Artístico en su Boletín. Agosto de 1893.


El Centro, lugar de encuentro a lo largo de más de un siglo de artistas de renombre y personalidades que han marcado la historia de Granada, sigue cobijando  y alentando el fomento de la creatividad artística en innumerables personas, enriqueciendo el panorama cultural de la provincia. Además, y no menos importante, es baluarte de defensa de nuestra ciudad, sus monumentos, costumbres e intereses, que en definitiva son los de todos los ciudadanos.

Concierto organizado por el Centro Artístico en 1939. Palacio de Carlos V. Actuación de la  Orquesta Hispánica de Madrid dirigida por Emilio Vega. Fotografía de Manuel Torres Molina. Archivo Histórico Municipal Granada.


Es mi deseo que el Centro Artístico, aquel que dio en su momento inspiración y apoyo a mis tíos-abuelos José María y Aurelio, siga por mucho tiempo más siendo faro de nuestra ciudad, de sus artistas y de todos aquellos forasteros que sientan pasión por Granada.




lunes, 12 de abril de 2021

Apuntes genealógicos III. Manuel Zarco García

A lo largo de la Historia de la Humanidad, el ser humano se ha visto enfrentado a multitud de peligros que han afectado de lleno a incontables miembros de su comunidad. En todo este tiempo, las enfermedades han causado dolor y sufrimiento en las familias, que se veían reducidas por un enemigo invisible que era difícil de combatir.


Desde hace más de un año, y a pesar del sentimiento de invencibilidad que reinaba en todo nuestro hemisferio occidental, nos hemos visto inmersos en pleno siglo XXI en una pandemia mundial, la causada por el coronavirus SARS-CoV2 y una enfermedad, la del COVID-19, de la que aún no hemos salido y cuyos efectos finales no podemos atisbar con seguridad.


Una enfermedad nueva, una pandemia inimaginable en nuestro entorno, de la que hemos sido testigos de primera mano, un hecho que recordaremos a las generaciones futuras. El escrito de hoy es un recuerdo y homenaje a una de las centenares de miles de personas que han muerto a causa de esta enfermedad en el planeta.

Manuel Zarco García. Foto gentileza de su hermano José Luis Zarco García.

Manuel Zarco García nació en 1953 en Madrid, en el barrio de Entrevías, entonces un área chabolista situada entre los núcleos de Madrid y Vallecas. Era hijo de Salvador Zarco Canales y Josefa García Moya, una familia numerosa con orígenes jiennenses en Baños de la Encina y El Centenillo, que emigró a Madrid a mediados del siglo XX en busca de un futuro mejor, cuando la emigración andaluza pobló buena parte de Madrid, País Vasco y Cataluña. Manuel era pariente de mi abuelo Francisco Canales Ginés por partida doble. Eran primos 2º a través del apellido Zarco, y a través del apellido Canales, su padre era igualmente primo 2º de mi abuelo. Y es que es en los pueblos donde se ve claramente que todos somos primos en un grado u otro, siendo en estos lugares más palpable esta conexión que además es por muchas ramas a la vez.


Manuel, que fue aficionado a la caza, se ganó la vida como charcutero, llegando a tener tiendas de carne y pan. Enfermo, tuvo que ser ingresado en una residencia en la localidad madrileña de San Fernando de Henares, lugar en el que vivía y donde se infectó del COVID-19. Allí falleció tal día como hoy hace un año, en plena primera ola de la pandemia, aquella que hoy hace estremecernos del recuerdo de lo vivido.

Manuel Zarco García. Foto gentileza de su hermano José Luis Zarco García.

No tuve la oportunidad de conocer a Manuel Zarco García, pero sí a alguno de sus hermanos y sobrinos. Casado con Esperanza Lagal, tuvo dos hijos y 6 nietos. Hoy, un año después, en el recuerdo a Manuel, mando un afectuoso saludo a toda su familia.