Pocas palabras se necesitan para transmitir todo el sentimiento que supuso, y aún supone el dolor por los atentados terroristas que en Madrid se cometieron aquel 11 de Marzo de 2004. Hoy, 12 años después, uno sigue estremeciéndose ante el recuerdo de aquel día funesto para tantas familias en concreto, y para todo el país en general. Hoy, que los designios de la vida me han llevado de nuevo a habitar entre aquellos maravillosos madrileños, rememoro con tristeza y honor a aquellos que cayeron aquel día a causa de la sinrazón terrorista y del fanatismo religioso.
Hoy día 11 yo también me subí a esos trenes, pasé por esos andenes que entonces estaban cubiertos de sangre y metralla. Comprendí de nuevo que yo podría ser uno más, que ellos eran muchos de nosotros. Hoy, los que quedaron y los que siguen en pie, tributaron a sus asesinados conciudadanos el homenaje que siguen mereciéndose. Y pude comprobarlo en las estaciones de Santa Eugenia y en el Pozo del Tío Raimundo (de los distritos de Villa de Vallecas y Puente de Vallecas respectivamente), lugares de los que muchos salieron aquel día para no volver jamás y en los que un cruel despertador en forma de explosiones les despertó a un día que en verdad era una pesadilla. Tras ese momento en que todos llegamos a morir algo, la vida siguió y sigue, y mientras el recuerdo por los que ya no están debe formar parte de nuestro homenaje como sociedad por los que tanto dieron, el mayor homenaje que se les puede hacer es seguir viviendo, no caer en el miedo de aquellos que pretenden infundir el terror, responder a su chantaje con la vida.
Un bello atardecer ponía un broche de oro al cariño que se les transmitió a las familias y afectados, mientras los trenes seguían pasando a nuestro lado, con miles de nuestros hermanos dentro. El trayecto pues, seguía, y la bocina de uno de los cercanías ayer nos lo recordó, como si su maquinista quisiera hacer llegar ese recuerdo en forma de sonido a las alturas del firmamento. Era como cuando se hacen sonar las bocinas de los barcos en alta mar en homenaje a los ahogados en algún naufragio. Los asistentes aplaudieron el gesto del maquinista.
Dejo aquellos transitados y circulados monumentos vivos, confundiéndome de nuevo entre la multitud que va y viene. Mientras la gente al pasar se santigua junto al pequeño altar con velas y rostros de los ausentes, el retumbar del tren sobre nuestras cabezas cuando para en el andén pesa como una losa en nuestra mente, el peso del recuerdo, la memoria en la Historia. Sigo mi trayecto, ..... "Próxima estación......".
11 de Marzo de 2016, momentos de homenaje a las víctimas en la estación de El Pozo. Suelta de globos al principio del mismo, y suelta de farolillos al final. |
Exterior de la estación de El Pozo del Tío Raimundo, lugar de homenaje a las víctimas del 11-M. |
Un relato de la Historia de España, aunque para olvidar, pero los hechos...no conviene que se desconozcan para que jamás se pueda dar pie a una sangrienta y demoledora de personas y de obras artística religiosas: patrimonio histórico que, aunque recuperado, sólo en parte, el original jamás se podrá contemplar como lo hicieron quienes antes del vandalismo disfrutaron de sus construcciones originales.¡Ojalá la Historia no se repita...!.
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