El pasado sábado 30 de noviembre de 2013 tuvo lugar en Granada una actividad cultural organizada por la Tertulia Continental. Debido al homenaje institucional realizado al escultor granadino Aurelio López Azaustre el pasado octubre, Pilar Bueno, miembro de dicha tertulia, ideó realizar una salida turística para visitar algunas de las obras de este artista que actualmente se encuentran de manera pública en nuestra ciudad. Tanto ella como su compañera Teresa Ariza organizaron el acto, con la colaboración de la Asociación Nueva Acrópolis. En la sede de esta organización, el Palacio de Abrantes, se realizó la presentación de la visita, donde como miembro de la familia de Aurelio intervine con un texto que hice para acercar al público la personalidad del artista. Inmediatamente después se inició el recorrido con la ayuda del guía turístico Isacio Rodríguez. El Doctor en Bellas Artes Gonzalo Cano Castilla, autor de una Tesis Doctoral en 2003 sobre la vida y obra de Aurelio, nos explicó delante de sus esculturas los aspectos artísticos de la realización de esas obras de arte.
A continuación dejo colgado el texto que leí esa mañana en el Palacio de Abrantes.
“Semblanza del tío Aurelio”
Por Fco. José Canales-“Azaustre”
López
Buenos y fríos días a todos. En primer lugar agradecerles
en nombre de mi familia y el mío propio su presencia hoy en este histórico
Palacio de Abrantes, sede de la Asociación Nueva Acrópolis; asociación a la que
agradecemos igualmente, y en su nombre al director Antonio Martínez por
permitirnos realizar hoy la actividad-homenaje a Aurelio López Azaustre. Y como
no podría ser de otra manera, agradecer a Pilar Bueno y Teresa Ariza, miembros
de la Tertulia Continental por haber ideado y organizado este acto, que es
fruto de aquel otro que el pasado día 22 de octubre realizamos tanto en el
Ayuntamiento como en esta sala, a las figuras y obras del propio Aurelio y del
escritor José María Garrido Lopera. Igualmente hago mención de agradecimiento a
Gonzalo Cano e Isacio Rodríguez, que hoy nos harán un recorrido cultural sobre
la obra de Aurelio en un entorno artístico sin parangón como es Granada.
Se me invitó a este acto como
miembro de la familia de Aurelio para dar unas pinceladas sobre su vida,
acercarles su personalidad como paso previo a la contemplación de parte de su
obra. Acepté gustoso la invitación, pero he de hacer una matización previa. A
mi tío-abuelo Aurelio López Azaustre no lo pude conocer en demasía ni apenas
tratarlo, pues cuando él murió en mayo de 1988, yo apenas contaba con 3 años y
medio de edad, por lo que las percepciones sobre su figura quedan condicionadas
por los testimonios que tanto familiares como amigos me han transmitido de cómo
fue él. Familiares como mi madre Aurelia o mis tías Paqui y Teresa o los primos
José Luis Delgado o José Lorenzo, así como la tía Conchita, viuda de Aurelio,
podrían versar la personalidad de mi tío muchísimo mejor que yo. Por lo tanto mis palabras hoy no serán sólo
mías, sino en gran parte de ellos.
Escudriño en mi mente y recuerdo
entre neblinas de tiempos pasados la figura del tío Aurelio en el pasillo de su
casa junto a sus obras charlando con mis padres. Yo, pequeño, no recuerdo lo
que trataron, pero lo que sí recuerdo era la gran estatura de mi tío vista
desde la subjetividad de un infante, a la par que escondía mi mirada de la de
un sufriente Cristo, el “Ecce Homo” realizado por Aurelio, pues me provocaba
pánico observar el doloroso realismo de la figura. Entonces, bajo la alta
figura de mi tío no podía imaginar que paralelamente a esa altura visual
contemplada era minúscula comparada con su gran altura artística. Esto último
lo he podido descubrir años más tarde conforme fui tomando conciencia de la
realidad en mi adolescencia y ya hoy como adulto.
No voy a entrar en detalles sobre
la obra de Aurelio, pues ya Gonzalo nos la describirá de manera profesional. Mi
labor hoy es acercaros someramente la personalidad del artista. Todos aquellos
que tuvieron la suerte de conocerlo y de tenerlo entre sus amigos pueden
coincidir plenamente en su descripción. Era un hombre modesto, tranquilo, muy
elegante y muy educado, ‘un andaluz muy fino’ que hacía gala de ‘granadinismo’.
Amigo de sus amigos, éstos lo buscaban por la gracia natural que poseía. Con
una fina socarronería hacía reír a su entorno, hasta que enfermó de diabetes,
lo que le provocó cierto apagamiento.
La gente lo admiraba, sus alumnos
lo apreciaban mucho, era un gran maestro que se posicionaba al lado de sus
discípulos. Y es que la personalidad de Aurelio era atrayente. Algunas de sus
características más recordadas y agradecidas son la honradez y la extrema
humildad que manifestaba tanto en su vida como en su obra. Ejemplos hay muchos.
Entre ellos el caso de cuando hizo un favor a su amigo el escultor Antonio
Martínez Olalla para una fuente en el Hotel Alhambra Palace. La misma, que fue
encargada a Olalla, por falta de tiempo la delegó en Aurelio, que una vez
finalizada la firma con el nombre del propio Olalla. Las firmas de las obras de
Aurelio pueden ser otro indicativo de su humildad. Muchas están firmadas, pero
otras tantas no las rubricó. Ante la insistencia de Conchita, su mujer, para
que las firmara, él contestaba socarrón que ‘luego se escalabacinen en saber de
quien es la obra’.
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Mi intervención sobre el tío Aurelio en el Palacio de Abrantes. Foto: Nueva Acrópolis |
Siguiendo con esta humildad
personal que lo caracterizó podemos decir algunos capítulos más. En una ocasión
le tocó una pequeña cantidad en el sorteo de la ONCE, cuyo premio repartió
entre los aprendices del taller donde trabajaba en ese momento. El crítico de
arte Marino Antequera recuerda el caso de que muchos ofrecieron a Aurelio
entrar en la Academia de Bellas Artes de Granada, pero que él no respondió al
ofrecimiento. Su viuda detalla el porqué de su negativa a aceptarlo, todo
porque un amigo de Aurelio que aspiraba a la misma institución no iba a ser
elegido. Y como último ejemplo, citaré el caso de cuando sacó el puesto Nº1 en
las oposiciones a la plaza de talla en madera en Madrid. Finalmente rechazó el
puesto que había conseguido y cogió el destino de la Escuela de Artes y Oficios
de Valencia para que un compañero no se quedara sin plaza.
Todos estos casos son un pequeño
ejemplo de la gran personalidad de Aurelio, una de las cosas por las que, además
de su ingente obra, debe ser recordado. Sus sobrinos José Lorenzo Rojas y José
Luis Delgado López nos hablan de su incansable trabajo y honradez o nos dicen
que no se subió ‘al carro del poder’ porque ‘no era su estilo’. Su sobrina
Aurelia López Garrido, mi madre, habla de que era un hombre metódico, que
cumplía con sus horarios de trabajo. Su amigo el pintor Amalio García del
Moral, tras su muerte en 1988, lo calificó de hombre muy sencillo, de trato
afable, humanísimo y ocurrente a lo que apostilló que jamás adoptó pose de
artista cuando en verdad lo fue en grado sumo. O Celestino Mondéjar que lo veía
como un hombre honesto y coherente además de poseedor de esas festivas
ocurrencias.
Creo con estas breves palabras
haber retratado lo que había detrás de las manos del artista, lo que en última
instancia fue el motor de su creación escultórica. El resultado, un sinfín de
celebradas obras a lo largo de la geografía española. El origen, una
personalidad, una imaginación y un don para el arte como no los ha habido. Es
menester recordarlo no sólo como artista, sino como hombre único que fue. La
enfermedad se lo llevó demasiado pronto, una enfermedad pulmonar de la que no
era consciente de su gravedad, y que tras la cual planeaba volver al trabajo.
Lamentablemente no pudo ser así. A pesar de su ausencia física, su gran legado
artístico acompañará a los amantes del arte a lo largo de generaciones y
llevará el nombre de Granada junto al suyo propio para orgullo de todos
nosotros.
Muchas gracias por escucharme.
Obras de Aurelio en Granada hay muchas, pero no todas podían visitarse. Unas por estar en manos privadas, y otras por estar guardadas en depósitos temporales a los que no se podía acceder (como la Virgen del Rosario, que antiguamente procesionaba por Granada y actualmente está guardada o una imagen de San Juan de Dios y Enfermo en la Casa de los Pisa). Igualmente existen otras muchas obras que se pueden contemplar pero que no pudimos visitar por salirse fuera del recorrido céntrico que se buscaba.
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El primo José Luis Delgado López (derecha) conmigo junto a un busto de San Juan de Dios, obra de Aurelio López Azaustre, en la Casa de los Pisa. Al escultor le sirvió de modelo el rostro de su padre, Juan López Rodríguez, respectivamente abuelo y bisabuelo de los fotografiados. Foto: Nueva Acrópolis |
Algunas de las obras que pudimos disfrutar fueron el "Beato Martín de Porres" en la Iglesia de Santo Domingo, la imagen de la "Virgen de la Concepción" en la Iglesia del Convento del mismo nombre en el Albayzín o varias imágenes sobre "San Juan de Dios" ubicadas en la Casa de los Pisa.
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María Santísima de la Concepción, obra de Aurelio López Azaustre. Foto: Maite Martínez Caro |