Investigando la propia genealogía
uno puede imaginarse la infinidad de casualidades históricas y personales que
ocurrieron en el pasado y que sumándolas dieron lugar a que hoy estemos donde
estemos y seamos como seamos. Es difícil llegar a conocer dónde y cómo se
conocieron por ejemplo nuestros tatarabuelos o nuestros trastatarabuelos, a lo
sumo habremos escuchado cuando éramos niños cómo se conocieron nuestros padres
ante las insistentes preguntas que les hacíamos.
Hace pocas semanas y ante el
descubrimiento de una foto antigua en una caja de caudales de mi difunto
abuelo, supe de una familia amiga de mi abuelo y mi abuela, la familia Ureña
Damas, una de cuyas hijas llegó a vivir con ellos en su casa del Zaidín
(Granada) hace ya varias décadas. Tirando del hilo que nos permiten las nuevas
tecnologías pude dar con ella y descubrir con ayuda de mi padre un momento
clave y cercano históricamente a mi genealogía y sin el cual seguramente no hubiera
posibilitado la existencia de mi padre, de mis hermanos y la mía propia.
El lugar, un cortijo denominado
El Madroño situado a 8 kilómetros de la localidad de Martos (Jaén); el momento,
principios de la década de 1940. Allí tuvo su residencia y sede literaria (con
el denominado grupo El Madroño) el escritor tradicionalista Francisco de Paula
Ureña Navas, asesinado en Madrid en septiembre de 1936 por el Frente Popular durante
la Guerra Civil. Posteriormente la familia Rojas Montes adquirió el cortijo, cuyos
descendientes son los actuales propietarios. Es aquí, en algún punto de esos
primeros años 40 cuando llega a Martos mi familia. Mi abuela, Carmen Hita Junco
(Pulianillas, 1912-Granada, 1989) llega al cortijo acompañada de su primer
marido Joaquín López Teruel (Maracena, ca.1908-Martos, 1942), sus hijos Joaquín
(Maracena, 1934-Granada, 1997) y Luis López Hita (Maracena, 1937-¿?, ca.1946) y
su hermana Concepción Hita Junco (Maracena, 1919-Granada, 2002).
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Fotografía del cortijo El Madroño de Martos expuesta en el Museo del cortijo |
Joaquín padre era carretero en
Maracena, pero en el cortijo El Madroño de Martos era bracero y el herrero del
cortijo. La familia López-Hita vivía en un edificio exento al propio cortijo y
que servía de herrería para el mismo. Dicha vivienda se situaba sobre un
aljibe. Hoy, la vivienda que fue de mi abuela durante unos pocos años sirve de
capilla para celebraciones tras la remodelación integral que se efectuó en todo
el cortijo hace unos pocos años. La visita que efectué junto a mi padre hace
pocas semanas para conocer in situ el lugar donde nuestra abuela y madre vivió
me llenó de emoción. El espacio, profundamente cambiado, no daba lugar a
visualizar mentalmente cómo pudo ser la vida en aquellas dependencias, pero
gracias a las fotos que el cortijo exhibe en su Museo uno se puede hacer una
idea de la vida de entonces.
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Fotografía expuesta en el Museo del cortijo que muestra los trabajos de herrería que se hacían antiguamente en él. No puedo confirmar si alguno de los que salen en la foto pudiera ser el primer marido de mi abuela. |
Un momento dramático ocurrió en
el cortijo en enero de 1942, pues el marido de mi abuela murió con 34 años a
causa de una “parálisis cardíaca”. A pesar del drama sufrido, para mi
genealogía es un momento clave y trascendental. Mi abuela tras quedar viuda
continúa la relación con la familia Rojas, pues en Granada estuvo trabajando
para ellos en su casa de la Gran Vía de Colón, y es ahora donde mi genealogía
confluye, en el cortijo de la Campiñuela, situado a las afueras de Baños de la
Encina (Jaén). "Gracias" a que mi abuela enviudara de Joaquín y fuera a
trabajar a Baños de la Encina, muchos hoy podemos contarlo. Mi tío Joaquín tuvo
que conocer allí a la que sería su esposa, mi tía María Manuela Gómez Moreno (Baños
de la Encina, 1930-Granada, 2008), localidad donde se casaron. Y es igualmente allí,
donde mi abuela tuvo que conocer a mi abuelo, Francisco Canales Ginés (Baños de
la Encina, 1913-Granada, 1997). Una vida terminó en 1942, pero gracias a que
ocurrió así, otras vidas, otras ramas genealógicas se abrieron. Mi abuela se
casó con mi abuelo en Granada, y poco tiempo después nació mi padre. Así, que
hoy puedo escribir lo que están leyendo.
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Vista interior del altar de la hoy Capilla del Madroño, antiguamente herrería y vivienda de mi abuela. |
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Vista interior de la hoy Capilla del Madroño, antiguamente herrería y vivienda de mi abuela. |
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Vista exterior de la entrada de la hoy Capilla del Madroño, antiguamente herrería y vivienda de mi abuela. |
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Vista exterior de la hoy Capilla del Madroño, antiguamente herrería y vivienda de mi abuela. |
El cortijo, que sirvió de cuartel
de la Guardia Civil durante unos pocos años en la posguerra, era desde su
creación un importante enclave de explotación agrícola, del mundo del olivar, y
aún hoy con su almazara fabrica un aceite exquisito; actividad económica que
comparte con los eventos sociales (bodas, reuniones, bautizos,…) que se
celebran en sus salones, antaño dependencias del cortijo que eran para otros
menesteres. Manuel Damas Calahorro, uno de los artífices de la remodelación, y
amigo de la infancia de mi tío Joaquín, tuvo a bien ofrecernos una delicada
muestra de su excelente aceite, que disfrutamos con gusto y agradecimiento.
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Antigua trilladora situada en el exterior del cortijo |
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Antiguas caballerizas del cortijo, hoy uno de los salones dedicados para celebraciones sociales |
Me fui del Madroño embelesado por
el magnífico paraje, la atención recibida y por haber descubierto el lugar
donde mi abuela y mis tíos vivieron un tiempo. Agradezco a Manuel el haberme
ayudado a conocer parte de la vida de mi abuela, además de su atención y la de su hijo
Manuel Damas Martos; y francas gratitudes a su sobrina Luisa María Ureña Damas, que fue el
nexo entre las dos familias amigas muchos años después.
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Vistas de la campiña marteña desde el cortijo El Madroño |
Sobre el Cortijo El Madroño:
Sobre Francisco de Paula Ureña Navas: